martes, 11 de noviembre de 2008

La discusión en Starbucks

Desde su creación, Starbucks ha querido ofrecer a sus clientes el denominado tercer lugar. Ese espacio físico dedicado al ocio,  a la diversión pero también al descanso; todo ello mientras disfrutas de una taza de café humeante.

Pero a veces, en Starbucks,  no todo ocurre como inicialmente debe ser. Lo que en un principio pareció una pareja de novios como muchas otras, que suelen pedirse un mocca blanco y un caramel macciato, cambió radicalmente cuando se sentaron en un sillón y empezaron a conversar. Ese ángulo está bautizado como “rincón del amor”, pero quizá tenga que cambiarlo por lo ocurrido aquella tarde de sábado.

Starbucks también presume de contar con la música más especial para sus clientes, pero aunque las canciones no pararon de sonar, el foco de atención se centro en el “rincón del amor” y en la pareja que empezó a subir el volumen de su conversación.

-       “Eres un hijo de puta”- la chica le espetó.

El chico enmudeció, al igual que los pocos clientes que estaban alrededor y  los trabajadores de la barra. Pero al segundo, todos ellos siguieron con las numerosas conversaciones.  

 

-        “Te quiero”-empezó a decir el chico- “Pero no quiero estar contigo”

 

La mirada de odio de la chica era descomunal. De repente, él se levantó, se pusó la bufanda con un giro de muñeca y mirando a la chica desde las alturas, le tiró el delicioso mocca blanco a la camiseta.

Los clientes se miraban atónitos sin poder cerrar la boca. El chico se dio la vuelta y salió por la puerta. Mientras tanto, la chica miró a su alrededor, con la cara roja de vergüenza. Una clienta le ofreció un clínex. Ella lo cogió, se levantó, y sin mirar atrás se fue, con el abrigo en la mano, y con gotas de café goteando de su pantalón.